Entrevista al Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, sobre el desarrollo (y futuro) de la música antigua, medieval y renacentista en Cuba*

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*Esta entrevista ya fue publicada en este sitio hace tiempo, pero como guarda estrecha relación con mi artículo dedicado a Henry Vidal y los músicos sin formación académica que desean hacer música medieval en Cuba, he decidido volver a publicarla ahora, y así quienes lean este blog ganarán en claridad sobre el tema.

NOTA: Es usual, y en ocasiones necesario, que los periodistas editen las entrevistas que realizan. Pero cuando se trata de una gran personalidad de la cultura, la política, la ciencia, editar su discurso resulta riesgoso, porque suprimiendo una coma aquí, cortando por acá una oración, pudiera ocurrir que se alterara el sentido de lo dicho. Por otra parte, la Historia agradece la íntegra conservación de las palabras de una gran figura pública, en especial si se trata del doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, cuyo verbo prodigioso y potencia intelectual son de sobra conocidos y admirados. Es por eso que he preferido renunciar a la perfección estilística del oficio en aras de la preservación literal de la conversación que sostuve con mi entrevistado.

Que un país tercermundista, caribeño, mestizo, y con una historia de medio siglo de severas dificultades económicas, pueda mostrar ante el mundo un grupo de música antigua de extraordinaria calidad, con un repertorio en buena parte nacional, con un instrumentarium donde hay más de una pieza de antigüedad legítima; un grupo que puede competir en festivales internacionales de este tipo de música y causar admiración en los medios especializados de Europa y América, es un fenómeno del desarrollo artístico experimentado por nuestro país. Que en Cuba haya sido rescatada y dada a conocer la obra de un músico como Esteban Salas, quien no tuvo parangón en su tiempo en el Nuevo Mundo; que cada concierto de estos géneros musicales transcurra a lleno completo, y tras la última nota el público permanezca como embrujado en las salas; que en pleno auge de ciertos géneros de música popular que promueven la chabacanería, la violencia y toda clase de manifestaciones de la cultura marginal, cada vez un mayor número de jóvenes vuelva sus ojos hacia los instrumentos y las partituras de la música antigua, y la Iglesia de Paula se haya convertido para algunos de ellos en una meca de sueños… Sí. No se trata de una novela o de un filme de ficción. Todo esto está ocurriendo desde hace más de diez años. Es real. Y despierta expectativas de índole diversa, surgen preguntas, inquietudes nuevas. Mucho de lo alcanzado (y no nos atrevemos con estadísticas) se debe al doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, a quien logramos, tras semanas de intensa procura, entrevistar en la cabina de la emisora Habana Radio. Tras asistir de refilón a una extensa entrevista concedida a otro medio de prensa sobre los sucesos de La Mejorana y la muerte de José Martí, devenida conferencia magistral, logro, al fin, mis ansiados veintiséis minutos para conversar con el hombre que ha hecho posible esta cadena de milagros, tal vez infinita.

¿Por qué la Oficina del Historiador de la Ciudad se ha interesado tanto en apoyar el desarrollo de la música antigua?

En realidad ese trabajo intenso y arduo lo ha llevado Teresita Paz, que ha sido la directora y fundadora del grupo Ars Longa, y su esposo, y también, desde luego, la musicóloga Miriam Escudero, que ha realizado una investigación extraordinariamente meritoria. Yo los conocí cuando eran muy jóvenes, cuando estaban llevando hacia delante su proyecto de arte, y estaban necesitados de ciertos elementos, como eran, precisamente, los instrumentos antiguos. Entonces yo les ofrecí que la Oficina del Historiador los apoyaría para conseguir esos instrumentos antiguos. Era un momento muy crítico para la cultura cubana. Le pedimos al Ministro de Cultura, a través de Alicia Perea, gran persona a quien quiero y agradezco tanto, que ese grupo pasara a la Oficina del Historiador, para poderle dar todo el apoyo que nosotros en ese momento podíamos otorgarle. Inmediatamente Alicia también gestionó la entrega del edificio del antiguo hospicio de la Iglesia de San Francisco de Paula, que estaba ocupado por varias familias. Esto ocurrió uno o dos años después de la muerte de Odilio Urfé. Entonces todo ese lugar tenía mucha importancia para Cuba, para la música cubana, para la memoria de la música. Alicia me dijo: “Nosotros no podemos hacer nada, el edificio está ocupado”. Y me dio el edificio. Nosotros construimos las viviendas y llevamos a las familias a viviendas nuevas, reconstruimos el oratorio de Paula, les pedimos cooperación a los artistas modernos. Le pedí a Gómez Cairo, muy generoso, lo fue, las cenizas de Claudio José Domingo Brindis de Salas, y se llevaron allí, a Paula, para mayor significado y simbolismo. Y finalmente Ars Longa se encuadró dentro de la Oficina. Casi al mismo tiempo se fundaba Habana Radio, y la emisora se convirtió en una especie de amplificador de la obra de Ars Longa. Comenzamos a hacer las primeras impresiones discográficas. Y Ars Longa llegó a conformar una colección muy importante. Ellos han recorrido el mundo, y han confirmado la importancia que tiene el redescubrimiento. Hasta ese momento nada más que se hablaba de la música de Esteban Salas, y aunque Esteban Salas es el objetivo fundamental de las investigaciones de Miriam Escudero, después aparecieron otras figuras importantísimas, coetáneos de Salas y posteriores a él, como el maestro Pagueras. Han hecho una investigación en todos los monasterios antiguos, en los libros, para buscar música, han encontrado con éxito mucha música, y ya en este momento hay una obra de música antigua muy sólida, muy reconocida. Han asistido a los festivales en Bolivia; han acompañado a Claudio Abbaddo, por deseo del propio Abbaddo, a Italia, han cantado en la Coral de Santa Cecilia; en el Senado francés; en catedrales españolas; en catedrales iberoamericanas; y son, sobre todo, muy admirados en Cuba. La gente los aprecia, los distingue, y cuando se habla de Ars Longa se habla de un grupo de mucha calidad y calificación.

En diez años se ha hecho mucho, se han formado, además, otros ensembles de música antigua. Están El Gremio, Cantiga Armónica, Ars Nova…; ha habido muchos conciertos; el Festival de Música Antigua se celebra todos los años; ya existe una discografía impresionante, y varios premios en la categoría de música clásica del Cubadisco. Tengo entendido que todavía no se ha creado una categoría para la música antigua, así que Ars Longa ha competido con las principales instituciones de la música clásica en Cuba y ha ganado varios Cubadisco. Es una labor muy meritoria. Además, existen las investigaciones de Miriam Escudero en el campo de la musicología. ¿Cómo usted valora los resultados del trabajo que se ha realizado hasta hoy en la música antigua?

Bueno, no olvide que yo no soy un experto en música, no puedo hacer un análisis en profundidad, solo soy un cultor, un admirador del arte musical y particularmente de esta expresión. Me interesa muchísimo, porque creo además, que la música antigua está muy relacionada con la música eclesial, que es una música tan particular, y está muy ligada a la música coral; entonces, el hecho de que antes de Ars Longa, y aún después florezcan grupos como los que has mencionado, de que tengan una relación muy armónica con María Felicia, con Digna Guerra, con Alina Urraca, con los directores de todas estas grandes agrupaciones corales, van enriqueciendo mucho el género, han apuntado mucho la flecha hacia ese objetivo, y yo creo que se ha logrado. Cuando se celebra el Festival, por ejemplo, y vemos celebrar el Festival con la asistencia de grupos de otras partes del mundo, solistas importantes que vienen… Y ya no solamente es Paula, que es muy pequeña, donde tienen su lugar de ensayo habitual. También San Francisco, San Felipe Neri, la propia Catedral de La Habana, se ponen en función de esto. Estamos asistiendo a un hecho cultural sobresaliente, de mucha importancia, que da mucho equilibrio a la música cubana, y en eso coinciden no solo María Teresa Linares, Gómez Cairo, sino que era una aspiración de Argeliers León, muy grande, muchas veces le escuché hablar sobre esta urgencia del cultivo de los orígenes de la música nuestra en su base histórica. Y también es un elemento de demostración de importancia de las técnicas musicales. Date cuenta que los instrumentos, por ejemplo, se han hecho en distintas latitudes del mundo; hay un instrumento, un clave que fue adquirido en Londres, otra pieza, preciosa, adquirida en Galicia, en un luthier famosísimo. A partir de ahí se ha creado un estudio de luthiería que dirige Miriam Escudero en la Plaza Vieja, con el apoyo, nada menos, que de Cremona, la ciudad italiana donde desarrolló su labor Stradivarius, uno de los grandes maestros constructores de instrumentos de cuerda. Quiere decir que son muchas cosas, además de la obra enciclopédica escrita; falta un solo tomo de la obra de Miriam Escudero, que yo creo que es una obra monumental elogiada por Leo Brouwer y por todos los grandes músicos cubanos.

Nada sucede en la vida sin consecuencias, y la eclosión de la música antigua a través de estos ensembles y de todo este trabajo que ha realizado la Oficina del Historiador, ha tenido, por supuesto, consecuencias, y ya los amantes de la música antigua no se conforman con disfrutar los conciertos y tener los discos. Hay un número cada día mayor de personas jóvenes que quisieran hacer esta música, pero hasta donde yo tengo conocimiento, en nuestras instituciones oficiales de enseñanza musical no existe una cátedra de música antigua.

Bueno, en el momento actual, en el colegio San Jerónimo, Miriam se ejercita como profesora de Música Antigua. Quiere decir, que ya en la formación de la carrera que se estudia en el colegio, que tiene que ver directamente con el patrimonio cultural, material e inmaterial, el estudio de la música antigua forma parte de su elenco de estudios.

¿Están formando instrumentistas?

No, es solamente el ejercicio del conocimiento teórico. Necesariamente hay que ir a los conservatorios. Me consta que como son tan jóvenes casi todos los que trabajan en esta dirección, pues muchas de las personas que le he mencionado apuntan a que esa categoría, esa especialidad, se pueda llevar adelante académicamente en un centro especializado, en un conservatorio.

Como esta música se ha dado a conocer en Cuba hace poco más de una década, hay personas que ansían hacer música medieval, renacentista, barroca, en fin, música antigua, pero no tienen una formación musical académica, porque son muy jóvenes o porque descubrieron esta música cuando ya habían encausado sus vidas profesionales en otras direcciones bien ajenas a este campo…

Bueno, yo quisiera hacer una necesaria aclaración, porque yo recuerdo de muy joven haber asistido a los conciertos que Electo Silva, desde Santiago de Cuba, realizaba precisamente sobre la obra de Salas. El único tema que había ahí es que las interpretaciones no venían acompañadas por instrumentos antiguos. Lo que ha cambiado las reglas del juego es que Ars Longa tiene como base material para hacer sus estudios los instrumentos antiguos, lo cual es algo muy novedoso. Eso sí solo ha sucedido en Cuba ahora, en la actualidad.

Sí, bien, pero la generación nacida en Cuba durante el período especial, o un poco antes, lo que conoce es esto, Ars Longa, estos grupos. Mi pregunta es: estos muchachos que aman esta música y que desean hacerla, que incluso muchos toman clases particulares con grandes sacrificios, ¿podrían tener la esperanza de que en un futuro la Oficina del Historiador, a través de la Universidad de San Jerónimo, crease una cátedra de Música Antigua donde ellos pudieran estudiar, alcanzar sus sueños?

Usted sabe, esto es algo…, no voy a decir que minoritario, es una expresión cultural muy específica, muy vanguardista en el sentido de que no es una élite, sino una vanguardia que trata de abrir un espacio al conocimiento de algo muy hermoso que es la base prácticamente de la tradición musical posterior. Yo creo que todavía nosotros no estamos en capacidad de poder decir: “Vamos a crear una cátedra con todas las de la ley”. Sin embargo, hemos estado explorando con otras universidades extranjeras, tanto españolas como italianas, también francesas y alemanas, ya que Ars Longa se inscribió en La Ruta del Barroco, por ejemplo; hemos estado explorando la posibilidad de, precisamente en un futuro, poder realizar este tipo de enseñanza, que es, lógicamente, para un grupo muy pequeño de personas. Ahora, en San Jerónimo, puede ser una asignatura para una clase, o unas conferencias magistrales para entender el círculo absoluto de la cultura y del arte, al cual le faltaría un eslabón, de no tenerse la música antigua, sobre todo a partir de lo que usted me pregunta, de lo que usted me dice, de que, efectivamente, en esta década o en estos catorce o quince años en que surgieron estos grupos, esto se ha convertido en una novedad a la que puedan aspirar algunos jóvenes. En esto, como en todo, yo le hablaría de otras cuestiones, también de nuestro menester, como es la conservación, la restauración. Por ejemplo, aquí todo el mundo quiere pintar, pero restaurar, de cada cien mil sale uno, se lo digo por experiencia, porque es que restaurar es el arte del anonimato, el restaurador es el que no aparece en la película, no aparece salvo en los programas del ICRT, que es donde aparece el maquillista, el que cuida el caballo, pero en el museo usted ve el cuadro firmado, obra de Bartolomé Esteban Murillo, mil setecientos tanto, pero no dice nunca restaurado por, no lo dice. Entonces, así, en ese nivel mismo, está el tema de la música antigua; es una cosa muy específica que, si estudiar música requiere un sacrificio grande, horas de estudio infinitas, la música antigua, que tiene otros parámetros, es aún más compleja. Pero es una posibilidad que no podemos excluir.

Yo hice una visita informal al taller de luthiería recientemente inaugurado que está en los altos de la cervecería, en la Plaza Vieja, y vi que hay allí un grupo de jóvenes poniéndole mucho espíritu, vi mucho entusiasmo en ellos. Este taller tengo entendido que está apoyado por la organización Luthiers sin Fronteras…

Pero está apoyado fundamentalmente por la Oficina, que creó el taller, que creó a los jóvenes, que se formaron todos en la escuela-taller de la Oficina, y que han estudiado con los profesores que después han venido de Cremona y de otros lugares del mundo. La creación misma del Mozarteum por el profesor Ulises en la iglesia de San Felipe Neri ha sido otro paso adelante. Por la vía de Austria hemos tenido mucha cooperación, llegan las cuerdas, llegan maderas. Nosotros, además, hemos adquirido maderas específicas, que no las hay aquí, para hacer instrumentos musicales; los equipos, las herramientas mínimas que se requieren. Y el otro día los jóvenes operarios del taller de luthiería me presentaron el primer violín que han terminado, como una muestra de su trabajo, y los profesores austriacos han celebrado mucho esta obra, porque reúne todos los parámetros, tiene el equilibrio requerido… El taller también se ha creado de forma altruista, para poder restaurarles a los instrumentistas de cuerdas; cuando tienen un problema pueden ir ahí, y reciben todo nuestro apoyo para esto, esa ha sido la idea. Aunque ya en las condiciones actuales del tiempo en que vivimos, muchos de estos luthiers que están en formación y práctica, montarán sus propios talleres y trabajarán de motu propio. La Oficina siempre tendrá lo suyo, pero ya está a las puertas una época en que muchas de estas personas van a querer realizar su trabajo de manera independiente, como una cosa de excelencia. Y lo harán, lo harán, lo que pasa que es muy difícil, porque, como te digo, hay que importar cosas costosísimas: cuerdas costosísimas maderas costosísimas, que si el puente requiere esto, que si los barnices tienen que ser tales o más cuáles…, un trabajo muy complicado. Y lo que hemos tratado es de ir creando una especie de red, el Mozarteum por allá, Paula por aquí, los luthiers… Se ha ido creando un triángulo muy interesante para el tema de la música antigua, y de la música en general Yo pienso que se han ido creando condiciones muy específicas para apoyar esa labor, y apoyarlos a ellos.

Yo quiero hacer un aporte modestísimo. No se trata de una intromisión en terreno que no es el mío…

A ver, a ver, dígame.

Intenté comprar un arpa, y me he dado cuenta de que es un instrumento prácticamente fantasma, que solo hay cuatro en La Habana, una de ellas en reparación…

No, y además, eso cuesta una fortuna, estamos hablando de una cosa que cuesta una fortuna, un arpa cuesta una fortuna.

Mire, yo he conocido a Juan Ramírez Vega y Vicente La Camera, dos discípulos del maestro Pedro Llopis, constructor de arpas muy famoso en España, con gran prestigio, quien ya nos presta su ayuda con instrucciones y recomendaciones muy útiles y valiosas. Estos jóvenes son canarios. La Camera es concertista, especializado en el arpa irlandesa. Ellos han desarrollado, para Canarias, un proyecto para construir arpas baratas de estudio destinadas a niños y jóvenes. Ellos estarían dispuestos a ofrecer su colaboración a la Oficina del Historiador…

Estamos encantados… No, mire, lo que hace falta en la música es el talento. Mire, yo le voy a contar esto sin ponerle nombre. Yo estaba en Francia y había un grupo de jóvenes, brillantes músicos, que iban a ir a un gran concurso que se celebraba allí, de flauta. Entonces las alumnas, las que iban al concurso, había una de ellas que iba con una flauta de platino, y otras iba con flautas de oro, y una persona que conozco ganó con una flauta que no tenía ninguna de esas dos cosas, y como dicen los cubanos, “se echó al pico a las demás”. Detrás del instrumento hace falta siempre un gran talento. Se dice que cuando Paganini tocaba en los lugares, muchos que estaban en los conservatorios, que eran muy ricos, que eran estudiantes hijos de padres muy importantes, veían a Paganini, lo escuchaban, y tiraban aquellos instrumentos, y decían: “¡Yo no puedo hacer nada, porque ese es el maestro!”. Lo que hace falta es la vocación. Cuando hay la vocación, entonces con esas arpas de estudio se puede hacer mucho, y después se llega a lo sublime. Yo conocí a la arpista de la Orquesta Sinfónica, porque era compañera mía cuando yo era muy joven; y me recuerdo cuando abría la caja de su arpa, que era una cosa maravillosa, el arpa de ella era una cosa del otro mundo, un arpa antigua. Y yo recuerdo una cosa que yo refiero en un libro mío, en conferencias mías que se recogieron, en una semblanza que yo hago de Dulce María Loynaz, que cuando llegué ante las tiendas de la casa, al trasteo de la casa de la calle Línea, que es la verdadera casa histórica e importante de los Loynaz, encontré en el centro de la sala un arpa irlandesa, que le había regalado el padre, o la madre, o la abuela, a Flor cuando era niña, un arpa maravillosa. La única tragedia es que cuando yo llegué al desván aquel, el arpa estaba destruida por el comején, pero estaba todavía allí. Fue como abrir una tumba. Cuando entramos en aquel polvoriento lugar, el arpa se deshizo ante nuestros ojos. Entonces me alegra mucho que usted me haya traído esto. Yo inmediatamente hablo con Miriam Escudero, vemos esta cuestión, y todo lo que podamos hacer en esa dirección, lo haremos, porque no es la primera vez que se hace. Eso pasó con el gallego, allá en la aldea, que hacía un instrumento único. O cuando adquirimos el clavicordio, que nadie puede trasladar, ¡porque mira que han pedido esto! Pero no, es imposible, no se puede trasladar a ningún lado. Es como cuando me han pedido que saque el gran piano de San Francisco. Pero ese piano no se puede tocar, ¡no se puede tocar!, porque los instrumentos musicales son muy susceptibles al clima, a los malos traslados, a una carga, a un desajuste del pavimento, y ahí mismo se acabó todo. Otra de las cosas que queremos apoyar mucho es un taller de instrumentos de percusión y teclados, porque nosotros le hemos tirado primero a los instrumentos de cuerda, que es lo que más necesitamos, pero cada día se extinguen los especialistas, quedan la señorita tal, el viejito más cuál, tal persona, una persona invidente que viene… El otro día vino a verme un anciano que restaura los pianos, que ya está retirado… Ahora también vamos a hacer una gran sala de conciertos en el Prado, quinientas butacas en el antiguo Casino Español, el Palacio de los Matrimonios restaurado. Hay un musicólogo cubano de origen judío residente en Estados Unidos, Salomón Mikovsky, que ha donado el piano para ese lugar. Él es una persona muy conocida en Cuba por los músicos cubanos. Yo dejo mi oficina aquí abajo, por ejemplo, para establecer un teatro infantil, y arriba le he dado la sala a Leo Brouwer, para que pueda realizar sus ensayos, porque Leo es una gloria grandiosa de Cuba. Y fíjese cómo son las coincidencias: para esa sala donó su piano personal de estudio Harold Gramatges. Entonces ahora están los dos grandes premios cubanos Tomás Luis de Victoria empatados simbólicamente, por el piano y por la sala, en un mismo lugar. Y he tenido el orgullo de que ambos sean mis amigos. Para mí es un motivo de orgullo que Harold haya dejado como heredera a la Oficina del Historiador de sus bienes, de su casa, de sus papeles, de su documentación, de sus partituras, todo lo cual hemos compartido, como es lógico. Todo eso está en nuestros archivos, pero lo hemos compartido con el Museo de la Música, porque le reitero: la Oficina del Historiador está muy agradecida, no compite, no se enfrenta, trata de cooperar, de abrir espacios; quiere para las demás instituciones lo que quiere para sí. De ahí nuestro apoyo a la Biblioteca Nacional, a la Casa de las Américas, a las expresiones teatrales y artísticas, eso es lo que se ha creado. Y ese fue el origen de Ars Longa. A mí me parece mentira cómo hace ya diez o doce años que están con nosotros. Ahora me doy cuenta que cuando vinieron a mí eran niños todos. Recuerdo que un día apareció en mi oficina una emisaria de ellos, a pedir mi apoyo. ¡Una emisaria! Entonces yo le dije a la emisaria: “Bueno, dígale a la directora que yo estoy encantado de apoyarla en todo lo que sea necesario, y vamos a ver qué pasa”. Y después eran tantos los problemas, porque son muchos los problemas…, porque el grupo tiene que viajar… Sostener una agrupación cultural que tiene que viajar, ¡usted no sabe lo que cuesta eso hoy día! Y debo decirle con orgullo que jamás le hemos pedido nada a ninguno de esos artistas. Mi lema es: “Por la gloria de Cuba y por la gloria de la música, para eso trabajan ustedes, y para su propia satisfacción”. Ah, que cobren su dinero, que hagan buenos contratos, que hagan todo eso, me parece maravilloso, porque el que bien trabaja y hace cosas extraordinarias, merece el mayor reconocimiento social. De eso no me cabe la menor duda. Jamás les he dicho: “Me tienen que dar un centavo para esto…”. No, ¡nunca! Lo que he querido es que salgan, y que salga dignamente. Y cuando alguna oveja se ha extraviado, siempre he dicho: “¡Pobre, no sabe lo que ha hecho!”. Porque no crea usted que la música antigua se puede cultivar en cualquier lugar del mundo, eso es un privilegio de minorías que aquí está en función de las grandes mayorías. Ars Longa ofrece un concierto en la basílica de San Francisco y las personas entran y pagan unos centavos. Y hay que ver lo que cuesta un concierto de Ars Longa fuera de Cuba: los ensayos, los instrumentos, la manutención… ¡de todo! Porque, además, a los artistas hay que cuidarlos. Los artistas, el restaurador, el músico, no pueden estar pendientes de si llegó una salchicha de más o de menos al comedor, de si les falta un par de zapatos… ¡No! ¡Hay que hacer todo tipo de sacrificios! Es lo que hizo Lenin cuando le hablaron de las inquietudes del profesor Pavlov: “Una doble ración de carne para Pavlov”. Es lo que había que hacer. Lo hizo Lenin, por lo tanto no es extraño que lo hagan sus discípulos.

De repente, el Historiador de la Ciudad, siempre tenso bajo el reclamo de sus infinitas obligaciones, denota con un enarcamiento de cejas y un ademán que mi tiempo ha expirado. Su gesto al levantarse de la silla es tan veloz que trae a mi memoria aquellos versos del Apóstol: “¡Húrtase, se quiebra, gira!”, y como una exhalación desaparece ante mis ojos. Busco su piel fugaz tras el cristal que separa la cabina del área de consolas, pero el cristal me devuelve tan solo el reflejo espectral de un reloj… He vivido, quién lo duda, una experiencia inolvidable. Cualquier encuentro con Leal lo es.

Cuando abandono el edificio de la Lonja de Comercio, van resonando en mis oídos los ecos mezclados de una cantiga de Santa María y un villancico de Esteban Salas, que escuché hace tiempo en los conciertos de Ars Longa, pero mi espíritu se encoge como grano de maíz al pasar junto a una casa de donde brota este reguetón preñado de amenazas: “¡¡¡Te voy a dar con un palo en la cabeza….!!!”.

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Acerca de Gina Picart

Soy escritora, periodista especializada en La Habana de la colonia y la república, investigadora, crítica de arte, guionista de cine, radio y televisión, pero este blog se propone combatir el maltrato animal y procurar en Cuba su castigo más severo y radical
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