CONTRA QUIENES LLAMAN «GUSANO» AL CANTAUTOR PABLO MILANÉS MIENTRAS AGONIZA EN ESPAÑA

Yo no considero necesario mencionar directamente a la extranjera que ha vilipendiado al cantautor Pablo Milanés en momentos en que el artista se encuentra luchando por su vida en un hospital de Madrid. Aunque un rey de España dijo en una ocasión que ningún cubano era extranjero en la Madre Patria, parece que algunos ciudadanos de la Madre Patria sí que son extranjeros en nuestro país, porque desconocen por completo los sentimientos del pueblo de Cuba con respecto a muchas cosas, entre ellas Pablo Milanés.

Elsie Carbó, periodista «oficialista» de Juventud Rebelde, y uso comillas porque así gustan llamarnos quienes entienden poco del ejercicio del periodismo en Cuba, tiene razón cuando dice que esta extranjera era aún un espermatozoide cuando ya la Nueva Trova cubana, encabezada por Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, no solo cantaba dentro de nuestra isla llevando su mensaje de libertad, revolución y latinoamericanismo fervoroso a cada cubano, sino que difundía ese mismo mensaje en conciertos multitudinarios por el mundo, entre los que muchas veces elevaron su canto en no pocas plazas de países latinoamericanos con dictaduras militares o recién recuperándose de los estragos terribles que ellas dejan a su paso.

Cuando la extranjera de que hablo era aún un diminuto espermatozoide aferrado a un óvulo, yo ya era una adolescente que gritaba, aplaudía y se conmocionaba en la Casa de las Américas, en el Carlos Marx, y seguía a los trovadores por toda la ciudad. Nuestros sentimientos de entonces, los de aquella juventud de mi generación, estuvieron en buena parte nutridos por la poesía y la fuerza espiritual de nuestra Trova, que fue precursora de ese mismo fenómeno en Latinoamérica y ayudó a despertar y radicalizar muchas conciencias, y alimentó muchas revoluciones y cambios sociales en favor de un mundo mejor. Pablo hizo por las revoluciones del mundo mucho más de lo que podrá hacer esta pequeña extranjera en toda su vida, a no ser que nos dé una sorpresa cualquier día. Yo no cuestiono sus admiraciones y relaciones personales. Le reconozco total derecho a sus elecciones. No le cuestiono nada, porque siempre he vivido convencida de que cada mortal es dueño de sus pensamientos, sus ideas, sus emociones y sus lealtades, y libre de ponerlos al servicio de la causa que adopte como suya. Pero quiero recordarle a esta pequeña extranjera las sabias palabras del Presidente más grande que ha tenido México, don Benito Juárez: «El respeto al derecho ajeno es la paz». Quienes no se rigen por esta sentencia han roto muchas vidas, muchos sueños, muchas reputaciones y muchos merecimientos muy bien ganados.

Pero en esta ocasión nadie podrá corromper el amor incondicional del pueblo de Cuba a nuestro Pablo, porque, a diferencia de la pequeña extranjera, los cubanos y los latinoamericanos no olvidamos su enorme contribución a la causa de los oprimidos de la Tierra. Hay muchos seres que solo ven lo que quieren o les conviene ver, pero por suerte hay muchos, muchísimos, que son capaces de ver el todo y no solo la parte. Si Pablo sufrió un proceso interno que le hizo cambiar sus ideas con respecto a sus posiciones anteriores, está en su derecho, como lo estamos todos los habitantes de este planeta, porque lo único que no se puede aherrojar ni secuestrar es la mente humana, o si se prefiere darle otro nombre, el alma. Pero el cambio de ideas de Pablo Milanés no borrará jamás su inmenso aporte a la causa más limpia y más pura, y su aporte fue sincero, y muchos le seguimos y continuamos amándolo y respetándolo aunque ya no piense como antes, porque Pablo Milanés nunca fue artista panfletario, como tantos que andan por ahí. Pablo cantó sinceramente a la Gran Patria  latinoamericana, pero también a los sentimientos más profundos del hombre, con una sensibilidad que ya quisieran poseer muchos de sus denostadores.

No voy a invitar a la pequeña extranjera a que calle sus ideas, por impropias, distorsionadas o malévolas que puedan ser con respecto a Pablo Milanés, pero le hago un llamado al decoro y le recuerdo que  los sentimientos de nuestro pueblo merecen su respeto, ya que, hasta dónde sé, no nos dedicamos a analizar la política española ni a vejar a los artistas del país que fundó nuestra nación y, en general, somos un pueblo con la suficiente humanidad como para mantener una contención respetuosa ante la enfermedad, la agonía y la muerte. Si la pequeña extranjera no quiere respetar a Pablo Milanés porque debe sus lealtades a… lo que ella prefiera, así sea, pero sí le exijo que respete lo que sentimos nosotros los cubanos. No queremos que nuestro Pablo, nuestro querido Pablo muera, seguimos considerándole no un «gusano», sino uno de nuestros más grandes artistas, y le agradecemos por toda la poesía, el fervor y el espíritu de justicia que impregnó en nuestra juventud. También le agradecemos el último concierto que dio en La Habana, porque nos recordó una vez más, y en especial a los que ya no tenemos edad ni vigor para luchas, los jóvenes que fuimos y toda la belleza y el ardor que trajo a nuestras vidas. El resto, pequeña extranjera, es silencio.

Acerca de Gina Picart

Soy escritora, periodista especializada en La Habana de la colonia y la república, investigadora, crítica de arte, guionista de cine, radio y televisión, pero este blog se propone combatir el maltrato animal y procurar en Cuba su castigo más severo y radical
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